Memoria, emociones y un presente cargado de oportunidades para acercarnos a la realidad que deseamos
«En la vida olvidamos casi todo. Lo único que recordamos es lo que nos emociona. Hay emociones positivas o emociones negativas…La emoción facilita la consolidación de la memoria. Por ejemplo, todos recordamos donde estábamos, qué estábamos haciendo cuando cayeron las Torres Gemelas. Ahora bien ¿qué hacíamos el día anterior? ¿o el día posterior? ¡No lo recordamos! Es decir que nos acordamos de lo que nos emociona.
Al mismo tiempo, cada vez que recordamos algo de alguna manera lo estamos reconstruyendo. La memoria es un acto de reconstrucción. Cada vez que evocamos una memoria, la memoria se hace inestable y se puede reconstruir. Así es que un evento que ocurrió (si se recordó muchas veces) puede tener, cada vez que lo contamos, algún pequeño cambio. Hay gente que, naturalmente, ante un problema, tiene tendencia a enfrentarlo, lo supera y se fortalece. Y así como hay gente que, reitero, ante un problema, lo enfrenta, lo supera y con esto se fortalece hay también otra que, en la misma circunstancia se inhibe, se cohibe. Y esto ocurre porque hay gente que, naturalmente, tiende a revaluar la realidad.»
La buena noticia es que todos podemos trabajar acerca de nuestra visión de la realidad, porque según la manera en la que pensamos también aparece la manera en la que sentimos y, a su vez, las áreas del cerebro (hipocampos) que nos permiten recordar ciertos eventos pasados son las mismas que están involucradas en “imaginar” el futuro. Por todo eso, pensar positivo e imaginar el futuro que deseamos es el primer paso para sentirnos mejor y construir la realidad que queremos.
Extracto adaptado de una entrevista a Facundo Manes para diario Perfil.